El mundo es un escenario y Bill Murray no entiende la vida sin improvisación ni sorpresa: irrumpe en fiestas anónimas y monta congas, se fuma pitillos de desconocidos o se pasea por ciudades en carrito de golf. Todo apunta a que Bill Murray tiene una misión: quiere que seamos mejores personas, más divertidas, menos robóticas, más profundas, menos pedantes. Más libres.