Existe en la historia negra de España algunos crímenes que, ya sea por su crueldad o por la elección de las víctimas, aterrorizaron a la sociedad provocando una herida que, en muchos casos, aún sigue abierta. Desde los crímenes de Jarabo, del arropiero, o del mataviejas, y pasando por las mentiras del caso de las niñas de Alcásser, el lector encontrará de la mano del criminólogo Antonio Trujillo, un detallado y escalofriante análisis de cada uno de los detalles que hicieron célebres a estos asesinos, y que no solo se alojaron en la memoria del terror de España, sino que incluso traspasaron nuestras fronteras.
«En una ocasión oí decir a Jarabo que siempre le había gustado el garrote vil. "Es muy español, como yo". Esa frase me vino a la cabeza mientras veía cómo el verdugo sudaba a chorros y daba vueltas a la manivela ayudándose con la barbilla. La cara de Jarabo estaba tapada con el pañuelo, pero creo que todos los presentes pudimos hacernos una idea del color negruzco que tendría la tez del pobre infeliz desde poco tiempo después de la primera vuelta. Solo se apreciaba una leve agitación en la superficie de algodón negro, producida, quizá, por unas últimas exhalaciones...».
«¿Y si fuese bueno el hecho de que existan los asesinos? ¿Y si en realidad no es otra cosa que el modo que tiene la naturaleza de controlar los excesos de población? En ese caso, yo sería una consecuencia lógica de la vida. Un arma de la naturaleza. Un enviado de Dios. Ni el frío ni el hambre ni la lluvia pueden conmigo. Yo soy parte de esto. Uno más entre las bestias». El Brujo