Baldassare Castiglione perteneció a una generación a la que le tocó sufrir directamente las consecuencias de una gravísima crisis cultural. El humanismo iba perdiendo su impulso inicial sin que aparecieran ideales de recambio. Sin embargo, tuvo la fortuna de contar con buenos maestros y brilló en su vida como cortesano, diplomático y hombre de negocios. El cortesano fue la obra de su vida y la única que refleja plenamente la personalidad del autor.
Parte de la fascinación de El cortesano proviene del modo en que pasado y presente, realidad y deseo se superponen hasta confundirse. Castiglione vuelve los ojos a aquella época feliz con la nostalgia y la confianza de poderla proponer como modelo aún válido para delinear los rasgos de una figura humana proyectada en los escenarios políticos europeos. La traducción de Boscán ofreció una importante contribución a una búsqueda lingüistica y estilística todavía entonces en curso: una -pequeña obra maestra- del arte de traducir.