Vivimos a menudo bajo la creencia de una justicia inmanente y ni siquiera somos conscientes de ello. A raíz de dicha creencia pensamos: «Como Job era bueno, nada terrible podía sucederle» o «Ese hombre ya sufrió una grave enfermedad, no puede llegarle otra peor». Son pequeñas mitologías que sostienen nuestras vidas; son la defensa irracional de los sistemas de regulación del mal.