En el Edimburgo de los años 30, la escuela femenina Marcia Blane es la institución llamada a educar a las élites del mañana. Entre la plana docente destaca la peculiar Jean Brodie: una mujer sofisticada, de ideas conservadoras y encanto arrollador. Una influencia indiscutible para seis de sus alumnas, a quienes todos llaman «el grupito de Brodie»: chicas impresionables que se reúnen con su profesora en los jardines para conversar sobre pintura, fascismo, seducción y los amoríos de las grandes autoras del siglo XIX. La señorita Brodie las acoge bajo su ala y les enseña todo cuanto a su parecer las convertirá en mujeres virtuosas. Les habla sobre su propia vida, sus triunfos, las esperanzas que deposita en ellas. Les enseña a vivir, pero a su manera. Cualquiera diría que no hay grupo en la escuela Marcia Blane más unido que el de Brodie. La amistad forjada entre ellas parece indestructible. Pero, si algo aprenderán en esas euniones clandestinas a la sombra de un olmo, es que cuanto mayor es la amistad, mayor es la herida de la traición.