Antes de morir en la erupción del Vesubio, Plinio escribió una obra colosal que, para nuestro asombro, resulta hoy increíblemente moderna. Su Historia Natural, en el año 77 de nuestra era, es la primera gran recopilación enciclopédica de la Antigüedad acerca de la Naturaleza y el mundo que nos rodea, desde las constelaciones de estrellas hasta los insectos. Plinio el Viejo ya escribía entonces que la Tierra era redonda. Sabemos lo que representan las distintas esculturas preservadas de aquellos lejanos días gracias a que él las describió con sumo detalle (pues de otro modo nos sería imposible). A través de sus páginas percibimos la importancia de la figura de Plinio, el erudito, militar y científico que falleció en la erupción que sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano en el año 79, y con él, la insospechada actualidad de una fascinante obra sobre la Naturaleza que, igual que hace dos mil años, nos sigue interpelando sobre temas tan actuales como el papel depredador del hombre en la Tierra, las maravillas de nuestro planeta y la necesidad de salvaguardar el legado natural del que formamos par