«Cuando era niño solía ir a menudo a Luxemburgo. Podría recapitular mi existencia hablando nada más que de este jardín y de las imágenes que despierta en mí. Inviernos de guerra
las mañanas cuando se me hacía tarde y corría hacia el liceo Montaigne
Instante fijo: el mismo y eterno anciano del traje gastado arroja pan a los pichones. Una joven elegante vigila de reojo a su hijo que se lava las manos en la tierra
».
Marc Augé pone a prueba su experiencia de etnólogo y de habitante urbano para descifrar la trama que las costumbres van tejiendo un día cualquiera en París. Así descubre cómo los lugares organizan los recuerdos, cómo se entrelazan las prácticas cotidianas en un universo simbólico donde el etnólogo puede circular entre la actualidad política y el deporte, entre los sueños y los días, entre Durkheim y Sèvres-Babylone.